miércoles, 29 de enero de 2014

¡El desafío de la gran comisión!



Cuando Dios nos llama para cumplir la misión, solo existen dos respuestas válidas, sí o no. No hay otra respuesta, no tiene validez una respuesta a medias. O aceptas el llamado, o simplemente la rechazas. Y sin duda una respuesta, sea positiva o negativa, siempre implicará consecuencias. A continuación meditaremos en la experiencia de alguien que NO ACEPTÓ cumplir la misión, y lejos de hacer la voluntad de Dios, resolvió ESCAPAR DE LA PRESENCIA DE DIOS.

Jonás, el profeta de Dios, un evangelista local, un hombre consagrado a la obra de Dios desarrollaba un ministerio exitoso en Gat-Hefer, un pequeño pueblo. Sin embargo, Dios lo llama a realizar una obra desafiante en Nínive, capital de reino asirio, fundada en la orilla del Tigris, la "gran ciudad", "ciudad de sangres, ...llena de mentira y de rapiña" (Nah.3:1). Jonás no lo puede creer, no puede ser posible que Dios, le tome en cuenta, lo considere como el evangelista de aquella grande y terrible ciudad. Simplemente no hay coherencia. Jonás consideraba que estaba bien en su territorio evangelístico, en su iglesia local... ir a esa ciudad grande era una idea loca, descabellada.

El razonamiento de Jonás posiblemente no era infundada. Jonás era un líder local, era de provincia, de un pequeño pueblo... ¿cómo iría a predicar en una lengua extrangera a los más terribles pobladores del mundo conocido? y no solo eso, sino que la ciudad era tan grande que recorrerla de un canto al otro significaba tres días de camino. Creo que el temor de Jonás era hasta cierto punto sustentado. No obstante, la Biblia no registra si Jonás pidió explicaciones a Dios, la Biblia solo menciona que el profeta menor, huyó de la presencia de Dios. ¿Hay algún lugar donde la presencia de Dios no esté? ¿Cómo es posible que Jonás siendo un predicador, evangelista, profeta desconozca que nadie, jamás, puede esconderse de la presencia de Jehová? 

"Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: "Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí". Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová" (Jon. 1:1-3).

¿Qué pasa si resolvemos no cumplir la gran comisión que Dios nos encomendó? ¿Qué puede suceder si no cumplimos la misión? ¿Cuáles son las consecuencias?
  1. Siempre descenderás.- Jonás se levantó para huír de la presencia de Jehová "y descendió a Jope" (v.3). Cuando uno resuelve no cumplir la misión, siempre experimentará un descenso espiritual. Muchos se preguntan, porqué siento que he bajado en mi vida espiritual. Sencillo, ya no estás involucrado en el cumplimiento de la misión. Jonás huyó a Tarsis, y desenció a al puerto de Jope, de allí al barco, del barco a la bodega del barco, de la bodega del barco al mar, del mar al pez y del pez hasta lo más profundo de la mar. Nadie puede imaginarse hasta dónde puede llegar, hasta que punto terrible puede llegar si huye de la presencia de Dios. Muchos cristianos, líderes no se explican cómo llegaron a caer tan bajo, tan terriblemente... la respuesta es simple, se alejaron de la presencia de Dios. Y es que no te puedes imaginar qué lindas y extraordiarias cosas puedes hacer con Cristo, y así también, no te puedes imaginar qué terribles cosas puedes hacer sin Cristo. 
  2. Afectarás a los que te rodean.- Mientras Jonás dormía a sus anchas y plácidamente, "Dios levantó un gran viento en el mar" (v.4), y hubo una gran tempestad que parecía que la embarcación se partiría. Hay varias lecciones a destacar, no obstante es importante mencionar que cuando decides no aceptar la misión que Dios te encomendó, y, tu vida está en una bajada espiritual, directa o indirectamente afectas a los que te rodean. A tus hijos, a tu esposa, a tus familiares, etc. Y este detalle es tan importante recordar. Un error no solo trae consecuencias para su autor, sino para los que le rodean. Los acompañantes de viaje de Jonás estaban sufriendo por culpa de un evangelista desobediente, un profeta "igenuo" huyendo de la presencia de Dios. Mientras ellos oraban a sus dioses para que detenga la tormenta, el profeta de Dios, dormía cómodamente. ¿No es esa la actitud de algunos hijos de Dios que están espiritualmente mal? ¿Insensibilidad al prójimo y sus necesidades? Dios usó el azar o la suerte para que descubran a Jonás, y cuando le preguntaron su oficio, él dijo: "Soy hebreo, y temo a Jehová..." (v.9). Triste pero real, era adventista, pero ¿temía a Jehová? Es por ello que le dijeron "¿por qué nos has hecho esto?". El evangelista predica, no lleva desgracia, sino buenas nuevas.
  3. Te apartarás.-Al verse descubierto Jonás decide locamente algo extremo. "Tomadme y echadme al mar" (1:12). Jonás cree que lo mejor es morir, apartarse de la iglesia, que lo borren, que lo disciplinen. Renunciar a su cargo o su llamado. ¿Ya has visto cómo solemos decidir por el camino más fácil? ¡Si el problema soy yo, entonces es mejor que me retire! Tristemente algunos creen que es mejor alejarse de Dios que estar espiritualmente en el barco de  la iglesia, de la casa, de la familia... No lo es. No hay nada bueno lejos de Dios, nada. A Jonás lo echaron al mar, y como dice la canción, "y vino un pez muy grande y plun se lo comió". Parece que la historia de Jonás tiene un final triste, y ciertamente es así. No obstante Dios no se queda de brazos cruzados mientras sus hijos actúan solos y locos tomando decisiones incorrectas. Hasta este punto, Jonás había hecho lo que quizo. Hasta tocar las aguas saladas del mar Jonás hizo su voluntad, y no la volutad de Dios. Y hacer nuestra volutad es cosechar lágrimas. Pero, cuando tú la malogras, cuando tú estropeas tu ministerio, tu vida, tu familia, tu negocio con decisiones lejos de Dios; Dios va en tu rescate porque te ama, te ama y me ama más de lo que nos imaginamos. Y si para eso tiene que hacer que un pez de coma, simplemente hará eso, y mucho más. No dudes.
¿Qué sucede si cuando estás caído, lejos, hundido, sumergido en los más profundo del mal, del dolor, del sufrimiento... del estrés y temor, oras a Dios y te arrepientes? ¿Qué sucede si reconoces que actuaste mal, que tomaste una decisión equivocada?
  1. Dios siempre obra si te arrepientes.-Jonás esperaba asfixiarse, posiblemente contaba los minutos y segundos, y nada. Se dio cuenta entonces, reconoció que estaba vivo porque Dios seguía teniendo un plan para él. Dios le estaba dando horas de vida donde no debía haber vida, Dios le estaba mostrando que aún en el fondo del mar, en el fondo de la vida, allí en lo más profundo y bajo, Dios podía amarlo. Jonás oró, sintió que Jehová le "oyó" (2:2) y reconoció su condición, su pecado y finalmente entendió que "la salvación es de Jehová" (2:9). Reconoció que estaba vivo porque Dios lo salvó. Jonás debía morir, pero ahora estaba vivo, Jonás estaba vivo porque había una misión que cumplir aún.
  2. La receta para que no vuelvas a caer.-Jonás fue vomitado por el pez en tierra, pero en cuanto estuvo en tierra, Dios le llamó una vez más para enviarlo a Nínive, a predicar. ¿Cuántas lecciones podríamos sacar de este detalle? No obstante, es interesante notar que Dios quiere que la misión se cumpla si o sí. Dios perdonó y salvó a Jonás, pero la receta que le da una vez más, es evangeliza, predica, habla... comparte tu fe. Ésta vez Jonás "fue conforme a la palabra de Jehová" (3:3) a Nínive. Y llegando a la gran ciudad, predicó un mensaje profético y de advertencia: "de aquí a cuarenta días Nínive será destruída" (3:4). Evangelizar no es un don, es un asunto de vida o muerte. No es una opción, sino una necesidad. Yo no predico para salvar a otros, sino para salvarme a mí en primer lugar.
  3. Dios te muestra milagrosos inexplicables.-La Biblia menciona que Jonás se enojó por que sabía que Dios es bueno y misericordioso. Se enojó porque su reputación como profeta estaba en juego. Se enojó porque todos, desde el más rico al más pobre, niños y hasta los animales se convirtieron de su mal camino (3:10). ¿Cómo habrá sido el sermón de Jonás? ¿Habrá sido un sermón poderoso? ¿Cómo predicó Jonás si no deseaba que la gente se salve? ¿Cómo usó Dios a Jonás a pesar de su desgano? Esos son los milagros de Dios. No es el predicador, es el poder de Dios. No es el bonito mensaje ni las palabras adornadas. Es Dios quien hace que las personas se arrepientan y acepten a Dios. Dios muestra que él es quien obra en las vidas a pesar de nosotros, a pesar de sus mensajeros, a pesar de sus líderes. Todos se conviertieron. Es simplemente inexplicable cómo fue.
  4. Dios quiere que seas salvo trabajando.-Jonás enojado por el desenlace  de la historia, las penurias que pasó para ver que un pueblo "malo" sea ahora bendecida con el amor y perdón de Dios. No hay lógica con todo esto pensó Jonás. ¿Para qué llevó a Jonás a Nínive si Dios podía salvar a ese pueblo sin ayuda humana? Lo que Jonás no entendía era que Dios no necesitaba de él para salvar a Nínime, sino que Jonás necesitaba predicar en Nínive para salvarse. La vida cristiana es así, Dios nos manda a predicar no porque nos necesite, sino que Dios sabe que si nosotros no predicamos sencillamente moriremos. Cuando Jesús estuvo entre nosotros un día dijo que "mi comida es que haga la voluntad del que me envió y acabe su obra" (Jn.4:). Para Jesús su comida era anuncia, salvar a la humanidad, ¿y qué es la comida sino el combustible que nos permite vivir? Y si no tengo combustible, si no como, simplemente me espera la muerte espiritual, lento, pero segura, a corto plazo.
Es posible que esté escribiendo para alguien que ora, estudia su Biblia, predica todos los sábados desde el púlpito, es anciano, pastor, líder, pero no cumple la misión como Dios quiere. No comparte su fe con sus vecinos, amigos y familiares... y cree que es muy complicado por sus actividades, por el trabajo, por la familia. Pero también es consciente de que su vida espiritual está menguando. Ya no siento ese fervor de mis primeros años como adventista. Ya no siento ese primer amor. Y uno se pregunta ¿por qué? La respuesta no es difícil, es porque no estás predicando... no estás cumpliendo la misión. Dedide hoy ser un evangelista, decide ir a donde Dios quiere que vayes... decide aceptar con un "Heme aquí envíame a mí" (Is.6:8). 

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
Asociación Peruana Central 


lunes, 20 de enero de 2014

¿La muerte la única esperanza?



 
¿Te has puesto a pensar cómo se sintió la mujer adúltera antes de que la lleven a Jesús?

Ahí estás en el suelo, utilizada, rendida a los pies del diablo, se oyen voces en lo profundo de tu corazón y te gritan diciendo: “NO SIRVES, ERES BASURA, NO TIENES OPORTUNIDADES, JAMÁS OLVIDARÁN TU ERROR, JAMÁS SERÁS LIBRE DE TU CONDENA, ESTÁS HECHA Y ERES ESTIERCOL” Ahí en el... suelo, no puedes levantar la vista, los que decían amarte alguna vez te abandonaron, te dejaron sola. ¡Maldito engaño! Pareces decir. Tu mente y conciencia te atormenta y es tu peor enemiga, te recrimina diciendo: ¿Por qué le creíste? ¿Por qué cediste?, tu corazón parece decir, “es que todo se veía tan puro, tan especial, tan precioso, tan llamativo, tan prometedor, no lo sé, todo era como un cuento de hadas”, la gente corre, aquellos que decían amarte alguna vez han convocado a la multitud para acusarte. Gritas para adentro porque tu vergüenza te impide gritar para afuera, “MALDITO ERROR, MALDITA MI VIDA POR ESTÚPIDA, ACABEN CONMIGO PRONTO, YA NO PUEDO MÁS”. La palabra “hubiera” se convierte en tu peor látigo, si HUBIERA hecho caso a mis padres, si HUBIERA dejado de ir a esos lugares, si HUBIERA dejado de relacionarme con ese tipo de personas, si no le HUBIERA dado mi corazón a ese hombre, si HUBIERA leído la Torah(Ley), si no HUBIERA caminado por lugares oscuros, si no HUBIERA permitido que me toquen, si no HUBIERA escuchado sus mentiras, si HUBIERA, HUBIERA, HUBIERA, HUBIERAAAAAAA…”, “ya no me castigues más, por favor, mi carne sangra, mi corazón derrama sangre a borbotones, YA NO QUIERO VIVIR”. Pronto escuchas, “que la maten a pedradas”, tu corazón respira y halla un poco de esperanza maldita y te dice: “Ya falta poco para que me maten y se acabe TODO” te hace creer que la muerte es tu única esperanza. Es allí cuando las pedradas parece que no van a doler tanto como la conciencia, el odio y la crítica de los que te rodean y jamás te perdonarán. Detrás del telón está tu enemigo, perdón, no es tu enemigo, es el de Dios; se ríe, tú no le importas nada, sólo eres carnada, eres casi inservible, pero te utiliza para herir a Dios. El director de esta novela que de título podría llamarse “LA MUERTE ES MI ÚNICA ESPERANZA” lo sigue dirigiendo. Envía que te lleven a un Hombre, no es Uno común, es su verdadero objetivo. Quiere avergonzarlo, lastimarlo; es a ese Ser a quién realmente quiere matar. Sus dirigidos te arrastran, estás desnuda, todos ven tu cuerpo utilizado, lastimado, pervertido, sin forma, sin pureza. Pareces disfrutar de la forma como te llevan, los golpes, las piedras puntiagudas dejan huellas, surcos en tu piel fabricados para que la sangre tenga un conducto y termine dejando un rastro en el camino para aquellos que te persiguen y no dejen de presenciar lo que te harán por tu error. Sólo el dolor parece darte paz y dices: “ES LO QUE MEREZCO, SIGAN HACIÉNDOME DAÑO PARA QUE MI VIDA SE ACABE, ESO ES LO QUE MEREZCO, ACABEN PRONTO CONMIGO”. La muerte es tu ÚNICA esperanza. De pronto, paran de arrastrarte, levantas ligeramente la cabeza, casi nada, no vales nada. Exclamas para adentro ¡EL TEMPLO, NO POR FAVOR, NO MANCHEN EL TEMPLO!, ahora la Iglesia se enteró, el pastor, todos se enteraron, las hermanas le dicen al chico que vivía enamorado de ti “de la que te libraste”, otros ponen su mano en el hombro de él y le dicen con compasión satánica, “Dios te ha librado de esta desgraciada”. A pocos minutos toda la Iglesia se entera, los dirigentes, los denominados actores principales de esta novela satánica utilizan las leyes para decirle al Hombre: “Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?” (San Juan 8:4). Allí en el suelo, conoces la ley y sin levantar la cabeza, levantas la voz en silencio y gritas: “APÚRATE, RESPONDE… QUE ME APEDREEN YA”. El Hombre no dice nada y escribe en el suelo, parece que no le interesas… Tú sigues gritando, “LA GENTE DICE QUE ERES BUENO, DEJA QUE TERMINEN CON MI VIDA, MI ÚNICA ESPERANZA ES LA MUERTE”. Él, parece haberte escuchado. Se levanta. No lo puedes ver, pero sabes que está allí. Has escuchado algo acerca de Él. La gente le está gritando. Tú le gritas a tu conciencia, ¡SILENCIO! Él va a hablar: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”(San Juan 8:7). Solamente expresa esas palabras, Su Palabra; y nuevamente se inclina al suelo, el mismo suelo donde tú estás, pareciera que quiere saber dónde estás. De pronto oyes que las piedras caen a ese suelo, pasos se van alejando en su sonido. Tú no puedes levantar la cabeza para ver, te han prohibido. Tú misma te has prohibido levantar. El tiempo pasa y en minutos no hay nadie, ¿todos se fueron?, piensas. Se oye una voz que con ternura viene a tus oídos: “MUJER, ¿DÓNDE ESTÁN? ¿YA NADIE TE CONDENA?”. Te está invitando a que levantes la cabeza, su pregunta lo afirma. Por tu mente corre toda tu vida, desde que naciste, creciste, eras buena niña, tus padres te aconsejaron siempre, ibas a la Iglesia, cantabas especiales, eras muy hermosa, crecías y mientras crecías comenzaste a olvidar que tenías que leer las Escrituras, la Torah, seguías creciendo y tus debilidades comenzaron a dominarte, tus pasiones, tus sentimientos te engañaron, tu vida se arruinó. Sólo le diste un pequeño espacio al director de esta novela, milímetros cediste y pecados “pequeños” te condujeron a un callejón sin salida, una telaraña de mentiras, engaños, orgullo, pasión, etc. Antes de este pasaje desagradable y terrible, vivías cubriendo tu ansiedad con pecados en la oscuridad, pensaste que el amor crecía a escondidas, cuando en realidad EL AMOR NO PUEDE VERSE EN LA OSCURIDAD, hasta que llegaste aquí, pensando que tú única esperanza es la muerte. Ahora alguien te dice: “LEVÁNTATE, MIRA, ¿NADIE TE CONDENA?”, no quieres responderle, pero eres consciente que Él hizo que todos se fueran, que el mal se fuera. Crees que respondiéndole tendrás que pagar, aunque ya estás acostumbrada a eso, todos siempre se han cobrado contigo, nadie te ha perdonado. Piensas ¡Qué más puedo perder! Levantas tu cabeza, ya no imaginas, ahora miras, no hay nadie y respondes: “NADIE SEÑOR”. Él te mira tiernamente; tú te dejas mirar, miras sus ojos, miras su rostro. Él pone su mano en tu mejilla y te dice “TAMPOCO YO, VETE Y NO VUELVAS COMETER EL MISMO ERROR”. La novela terminó, el Hombre, Dios, le cambió el final. Ahora la novela se llama: “JESÚS LA ÚNICA ESPERANZA”, tú nunca lo olvidarás. Tu esperanza, tus sueños, tus anhelos, todo lo que el diablo te quito, Jesús te lo regresó, sólo Él puede deshacer lo que hizo el malo. ¿Crees? “Al que cree todo le es posible”
1 Juan 3:8
“…El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo”

Déjame preguntar: Y tú, ¿Qué papel tienes? ¿Quién es tu director?
 
Pr. Eduardo I. Esteban Silva
Asociación Peruana Central Este
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...