miércoles, 26 de noviembre de 2014

Mateo 25: ¿Por qué hay muchas iglesias si hay un solo Dios y una sola Biblia?


Según estudios existen seis (06) religiones troncales en el mundo, entre ellas el cristianismo. Sin embargo, dentro del cristianismo existen aproximadamente treinta y dos mil (32,000) denominaciones y el número sigue creciendo. ¿Porqué existen varias religiones y muchísimas denominaciones cristianas si solo tenemos un solo Dios y una sola Biblia? La pregunta planteada sin duda alguna no es nueva pero quisiéramos responderla.

En primer lugar debemos recordar que Jesús mismo anunció "tengo otras ovejas que no son de este redil" (Jn.10:16). La declaración indica que hay "un redil" verdadero ya que continúa diciendo: "aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Jn.10:16). ¡Extraordinario! Un rebaño y un pastor. Lo que se uede claramente notar es que existe un REBAÑO y un PASTOR, esto es, una IGLESIA y un DIOS, pues el pastor de pastores y por excelencia es Jesús.

En segundo lugar debemos considerar que el libro de Apocalipsis destaca la presencia de dos iglesias: (1) La primera en Apocalipsis 12 donde encontramos a la mujer pura que representa la iglesia verdadera y que es odiada por Satanás porque "guarda los mandamientos de Dios y tiene la fe de Jesús" (Apo. 12:17) y es alabada por Jesús con las siguientes palabras "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús" (Apo. 14:12). (2) La segunda iglesia se destaca de manera más clara en Apocalipsis 17 donde encontramos a la mujer prostituta vestida de rojo escarlata, que también es la "madre de las rameras" (Apo.17:1-5) y es juzgada por Dios y finalmente destruída para siempre en el lago de fuego y azufre (Apo.20:15, 21:8).

En cuatro lugar no debemos olvidar lo que nos dice Mateo. Mateo 25 nos presenta un cuadro mucho más ilustrado del tema, nos permite comprender más el asunto. Nos menciona que cuando el Hijo del hombre venga por segunda vez, es decir Jesús, se sentará en su trono y serán reunidas delante de Él todas las naciones y apartará a su derecha a las ovejas y a su izquierda a los cabritos, a los de la derecha les dirá: "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (Mt.25:34), y a los de la izquiera les dirá "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mt.25:41).

En quinto lugar, es cierto que Dios tiene otras ovejas que no están el rebaño correcto, pero son sinceras en las luz que les ha sido mostrada. Viven con sinceridad hasta donde conocen y con seguridad no se han encontrado con el mensaje verdadero, pero llegará un día cuando Jesús, nuestro pastor las llame y ellas reconocerán Su voz y vendrán y serán parte de su iglesia verdadera, pues al final como vimos, habrá solo dos grupos. Los que conocieron a Dios y le sirvieron y los que no. Jesús dijo: "Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen" (Jn.10:14), esto indica claramente que,  JESÚS CONOCE A SUS OVEJAS y ELLAS LO CONOCEN A ÉL. Por eso cuando muchos en el día del juicio digan: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" (Mt.7:22) Jesús les dirá: "NUNCA OS CONOCÍ; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mt.7:23). 

La pregunta que nos debemos hacer es, si ú eres una oveja de Cristo, ¿cónoces a Jesús? El mismo que escribió el evangelio de Juan y el libro de Apocalipsis, también escribió una carta y en ella da la respuesta a la pregunta: " Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (1 Jn. 2:3,4).

Señor ayúdame a conocerte como tú quieres, quiero vivir según tu Palabra, guardando tus mandamientos por amor (Jn.14:15) pues deseas que yo sea salvo.

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví 

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martes, 25 de noviembre de 2014

Mateo 24: El Sermón apocalíptico de Jesús




Las palabras tan contrastantes de Jesús sobre el templo de Dios y su ciudad culminaban, en cierta forma para el Israel antiguo, los tantos anuncios proféticos que desde la antigüedad Dios había enviado acerca del “día del Señor”. Ese día de juicio los profetas lo anticiparon para con las ciudades de sus días, cuyos pecados llegaban a un punto que rebasaban la paciencia divina. Sus ruinas fueron microcosmos ilustrativos del juicio que tendría lugar, en el fin del mundo, en el macrocosmos global y planetario, cuando los mismos pecados que las habían causado pasasen a ser la nota tónica del mundo entero.


Esto entendían también los discípulos del Señor. Al ser testigos de la venida del Mesías prometido, pensaban que si había todavía un día del Señor para volver a destruir Jerusalén, debía ser el mismo día que traería a Jesús de los cielos para terminar con este mundo de pecado. Por eso le preguntaron, momentos más tarde, “¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mat 24:3). Y cuando más tarde Jesús ascendió a los cielos, confirmando su promesa de volver, volvieron a preguntarle: ‘¿Restituirás el reino a Israel en este tiempo?” (Hech 1:6).

1. Microcosmos del fin
Este es el título de un artículo reciente que escribí, por pedido, para la revista Vida Feliz. Allí vinculo la destrucción de las torres gemelas con las predicciones del Espíritu de Profecía. También, por analogía, con la introducción al sermón profético de Jesús y otras profecías que anunciaron la destrucción de algunas ciudades impías del mundo antiguo, incluyendo la vieja Jerusalén.

“‘Maestro, mira qué piedras y qué edificios (Mar 13:1 [Luc 21:5: “adornado de hermosas piedras y dones”]), atinó a decirle uno de ellos. Pero los sentimientos del Señor estaban muy lejos de la vanagloria humana que tanto agrada a los mortales. Para sorpresa de todos, Jesús le respondió: “‘¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada’” (Mat 13:1-2).

¿En qué consistía el “día del Señor”, según los antiguos profetas? En un día amargo, de ira (Ez 22:24; Lam 2:22), de angustia (Isa 13:6ss; 19:16; Jer 30:5-7; Joel 1:16; Abd 12-15), de castigo, venganza, ruina y desolación (Isa 34:8; 63:4; Jer 46:10; 47:4; 50:27-28), de tinieblas y oscuridad (Eze 30:2-3), “de guerra contra las ciudades fuertes y las altas torres” (Sof 1:14-15; Am 5:18-20). ¿Qué es lo que Dios castigaba en aquellos prototipos pequeños del día final?

Ese día del Eterno, según Isaías, debía abatir “la altivez de los ojos del hombre”, y humillar “la soberbia de los hombres”, para que sólo el Señor fuese exaltado (Isa 2:11-12; 14:12-13; Jer 50:29-32). De allí que la destrucción apuntaba mayormente a los símbolos de la arrogancia humana tal como se veían patentados “sobre toda torre alta, y sobre toda muralla fortificada” de sus ciudades (Isa 2:15). ¡Cuán vanos resultaban entonces tales escudos humanos detrás de los cuales procuraban parapetarse, sin buscar refugio en el único lugar seguro que Dios ofrece! (Sal 27:5; 31:19-23; 36:7-8; 91).

A lo largo de los siglos Dios usó el mismo método para referirse al fin del mundo a través de juicios locales y correspondientes a una sola nación o ciudad. La caída del “ícono máximo del capitalismo mundial” (Clarín, 17 de octubre, 2001), tampoco fue el fin, sino un preludio o anticipación del fin. Fuera del diluvio universal y del fuego final, no hay ningún macrocosmos que hubiese estado predicho a través de los microcosmos de los pueblos antiguos. Desde ese pequeño mundo palestino al que le estaba llegando también su hora, Jesús quería llevar a sus discípulos a realidades universales.

2. Hacia el macrocosmos
Siempre hubo guerras, pestes, hambres y terremotos (Mat 24:6-7). Pero cuando tales tragedias típicas de un mundo en pecado se multiplicasen y adquiriesen dimensiones universales, entonces sabríamos que el fin estaría cerca (v. 6úp,8). ¿Cómo sabemos que estas palabras de Jesús se cumplen hoy? No es necesario bautizar el siglo que pasó con nombres nuevos, ya que todos, crédulos e incrédulos cuentan la tragedia de dos guerras mundiales, lo que no ha sido sino “principio de dolores” en relación con los sucesos finales.

Desde un mismo principio los discípulos del Señor tuvieron que padecer persecución, pero el aborrecimiento del cual se harían objeto por llevar el Nombre de Cristo sería universal (v. 9), como universal debía ser también la predicación del evangelio (v. 14). Hoy estamos llevando el Nombre de Cristo “a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc 14:6), pero “la ira de las naciones” (Apoc 11:18) está todavía contenida (Apoc 7:1-3), esperando ser suelta para la última tribulación (Apoc 12:17).

Entonces vendrá el fin, “y todas las naciones de la tierra se lamentarán”, mientras que el Señor enviará a sus ángeles para juntar “a sus elegidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mat 24:30-31). Sí, el relámpago que ilustra la naturaleza visible de la venida del Señor no se mostraría en Jerusalén ni en el pequeño mundo de Judea, ni “en las cámaras” o lugares cerrados y ocultos (v. 23,26), sino en una dimensión mundial, “del oriente al occidente” (v. 27). Ya que todos estarían entonces confrontados con el segundo y último macrocosmos de destrucción del planeta, equivalente en su proyección de inmoralidad y castigo universales al primero (Mat 24:37-39). Por esa misma razón, el juicio final no estaría confinado a Jerusalén, Roma o algún otro lugar, sino que comprendería a “todas las naciones” (Mat 25:32).

Siempre hubo engaño en materia religiosa. Falsos cristos, falsos profetas (v. 4-5,11), a quienes el diablo engaña para que engañen. Pero ese tipo de engaño se multiplicaría en forma especial en la época del fin (v. 11), con manifestaciones de engaño mayores que lo común que sacudirían, inclusive, a los mismos escogidos (v. 24; 2 Tes 2:9-12). Libre de los prejuicios y limitaciones nacionalistas que compartió con los demás discípulos al principio, Juan puede describir 60 años más tarde la extensión universal de ese engaño, advirtiendo que abarcaría a “los habitantes de la tierra” (Apoc 13:14), y a los gobernantes “de todo el mundo” (Apoc 16:13-14).

3. La “abominación asoladora” (Mat 24:15)
Volviendo al microcosmos que preocupaba especialmente a sus discípulos, Jesús les anticipó que la imposición de los estandartes idolátricos paganos sobre el predio contiguo al templo, algo abominable para los judíos, sería la señal que permitiría a los cristianos saber exactamente cuándo debían abandonar no sólo Jerusalén, sino también las regiones circundantes (Mat 24:16-18). En su huída debían evitar ser atrapados por sus compromisos comerciales o sociales (véase Luc 21:34-36), no fuese que les pasase lo que le pasó a la mujer de Lot (Luc 17:32-33). Siendo que no debían preocuparse por salvar lo que pudiesen de sus pertenencias (v. 17-18), el Señor les aconsejó orar para que su huída no se diese ni en sábado ni en invierno (v. 20).

Pero, ¿a cuál de las abominaciones mencionadas por Daniel se refirió Jesús? Siendo que Dan 11:31 y 12:11 rinden “abominación” en singular, como en Mat 24:16, algunos han pensado que Jesús se refirió a uno de esos dos pasajes, o a ambos. El contexto de la destrucción del templo literal de Jerusalén tiene que ver, sin embargo, con Dan 9:26-27. Después de la última semana profética que correspondía a los judíos (v. 24), después de la muerte de su Mesías a la mitad de esa semana en que el sacrificio regular perdería toda validez celestial (v. 25-26), vendría el asolador que traería las “abominaciones” hasta que la ruina decidida cayese sobre el asolador (v. 27). Es obvio que esas “abominaciones” se refieren no sólo a la invasión romana que destruyó el templo, sino también a la otra que vendría después sobre el pueblo del nuevo pacto bajo la Roma cristiana apóstata.

Captando, sin duda, que algunos podrían confundirse con respecto a las dos diferentes abominaciones de las que habló Daniel, Jesús agregó: “el que lee, entienda”. Siendo que esa expresión la usó el Señor cuando habló en parábolas (Mat 15:10,15-17; Mar 7:14-18), uno podría inferir que al señalar la abominación sobre la Jerusalén terrenal, el Señor quiso que se la entendiese como parábola o símbolo de la abominación que sería puesta en medio de la iglesia cristiana, tal como las otras dos declaraciones de Daniel lo habían anticipado (11:31; 12:11; véase 2 Tes 2:3-4). Esa abominación, desde que fuese implantada en forma oficial en el cristianismo, duraría 1290 días-años y causaría una tribulación que se extendería por 1260 días-años (Dan 7:25; Apoc 11:2-3; 11:6,14; 13:5). Véase A. R. Treiyer, The Day of Atonement. From the Pentateuch to Revelation (Siloam Springs, 1992), 339-346.

Captando la similitud de los dos eventos, el de la Roma pagana sobre la Jerusalén terrenal y el de la Roma papal sobre la Jerusalén espiritual (Apoc 11:2), varios intérpretes han visto también en Dan 11:31, durante la mayor parte del S. XX, esa doble dimensión. Sin embargo, hacia fines del S. XX, como resultado de estudios sobre hermenéutica (interpretación) bíblica, nuestros teólogos pudieron distinguir entre las profecías condicionales que pueden tener una doble dimensión, y las profecías apocalípticas que no son condicionales y que, por consiguiente, no dan margen a una doble o triple interpretación. Dan 11:31 y 12:11 son vistos (como antes, pero ahora en forma exclusiva como algunos también los habían visto antes), como referencia a la Roma medieval, la única que fue enmarcada con fechas proféticas (Dan 7:25; 12:11; Apoc 11:2-3; 14:6,14; 13:5).

En el sermón profético de Jesús, sin embargo, no hay fechas proféticas. Su visión apocalíptica fue adaptada a la comprensión de sus discípulos, con el propósito de llevarlos del microcosmos de sus días al macrocosmos del fin.

“Mezcló la descripción de estos dos acontecimientos... Por misericordia hacia ellos, fusionó la descripción de las dos grandes crisis, dejando a los discípulos estudiar por sí mismos el significado. Cuando se refirió a la destrucción de Jerusalén, sus palabras proféticas llegaron más allá de este acontecimiento hasta la conflagración final de aquel día en que el Señor se levantará de su lugar para castigar al mundo por su iniquidad... Este discurso entero no fue dado solamente para los discípulos, sino también para aquellos que iban a vivir en medio de las últimas escenas de la historia de esta tierra”, DTG, 566-567.

En base a este hecho, y sin negar que el día ni la hora nadie lo sabe de su venida, sino sólo Dios en su sola potestad, se ha sugerido recientemente que la época de su venida se dará, no importa el año en que Dios escoja, en el otoño del cono norte. Si es que el clamor de su pueblo porque la huída no sea ni en sábado ni en invierno, es tenido en cuenta por el Señor como lo fue en ocasión de la destrucción de Jerusalén, no podría tratarse del verano del cono norte porque, en ese caso, en el sur sería invierno. En un mundo global, quedan como opciones la primavera y el otoño. Y siendo que el otoño corresponde a la época de las fiestas finales, se lo ha sugerido como la época más probable de su venida. (A. Lista, El Retorno de Jesús y el Ritual Judío [Bs.As., 1999]).

4. La “gran tribulación” (Mat 24:21,29)
El hecho de que algunos eventos estuviesen fusionados en el discurso de Jesús, no significa que su discurso careciese de orden. Cristo anunció entonces “algunos de los acontecimientos más importantes de la historia del mundo y de la iglesia desde su primer advenimiento hasta su segundo; a saber, la destrucción de Jerusaén, la gran tribulación de la iglesia bajo las persecuciones paganas y papales, el obscurecimiento del sol y de la luna, y la caída de las estrellas. Después, habló de su venida...”,Conflicto de los Siglos, 444. Correspondía ir, sin embargo, a las profecías de Daniel y Apocalipsis para determinar a cuál de esas dos tribulaciones, la pagana y la papal, se refirieron mediante fechas proféticas.

Después de describir la destrucción de Jerusalén, Jesús pasa a referirse a la “gran tribulación” medieval que llevó a los papas a exterminar a millones de personas que se le opusieron a lo largo de los siglos.

“Entre estos dos acontecimientos [la destrucción de Jerusalén y la 2da. Venida], estaban abiertos a la vista de Cristo largos siglos de tinieblas, siglos que para su iglesia estarían marcados con sangre, lágrimas y agonía. Los discípulos no podían entonces soportar la visión de estas escenas, y Jesús las pasó con una breve mención. ‘Habrá entonces grande aflicción [tribulación]—dijo—cual no fue desde el principio del mundo hasta ahora, ni será... Durante más de mil años iba a imperar contra los seguidores de Cristo una persecución como el mundo nunca la había conocido antes. Millones y millones de sus fieles testigos iban a ser muertos...”, Deseado de todas las Gentes, 584.

De un autor católico moderno leemos la siguiente confesión: “Comparado con la persecución” medieval, “la persecución de los cristianos por los romanos en los primeros tres siglos después de Cristo fue un procedimiento suave y humano... Debemos colocar la Inquisición... entre las más oscuras manchas en el registro de la humanidad, pues revela una ferocidad desconocida en ninguna bestia”. “La crueldad y la brutalidad fueron aparentemente más frecuentes en la Edad Media que en ninguna civilización antes de la nuestra”, W. Duran, The Age of Faith, 784, 829.

Tres tribulaciones apocalípticas

Tanto Daniel como Juan en el Apocalipsis hablaron de tres tribulaciones que tendrían que ver con Roma en su fase pagana (primera) y papal (las dos restantes). De la persecución romana de los césares paganos se refirió Juan en Apoc 1:9, cuando se consideró a sí mismo compañero “en la tribulación” de los miles de cristianos que sufrían bajo el yugo imperial. También se refirió Jesús a esa tribulación que sufrieron los apóstoles bajo el poder opresor de Roma y de las naciones que gobernaban bajo su autoridad en Mat 24:9-10. De la segunda tribulación, la que está enmarcada en fechas cuyo cumplimiento histórico está confirmado en forma asombrosa, se refirió Jesús más específicamente como “gran tribulación”.

Daniel habló del poder intolerante que la causó, el papado romano, en términos de duración que se extendería por“tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” (7:25; 12:6-7), es decir, por 1260 días-años, según la confirmación adicional de Juan (Apoc 11:2-3; 12:6,14; 13:5).

En referencia a los sucesos del tiempo del fin que se verían enmarcados por el juicio investigador previo, el aumento de la ciencia, la angustia o tribulación final y la liberación del pueblo de Dios (Dan 12:1-4), uno de los ángeles preguntó al varón vestido con el ropaje sacerdotal del Día de la Expiación: “¿Cuándo se cumplirán estas cosas extraordinarias?” (v. 5-6). La palabra “cosas extraordinarias” o “maravillas” es la traducción de la raíz hebrea pele’, fácil de recordar por el mundo del deporte debido a un jugador famoso a quien apodaron con una pronunciación equivalente. Aparece 16 veces en la Biblia hebrea, y se refiere a cosas maravillosas o sorprendentes no sólo desde una perspectiva positiva, sino también, y a menudo, negativa. Así, se describen los juicios de Dios mediante ese término que se dan, por ejemplo, con la destrucción de una ciudad o de un imperio (Ex 15:11; Isa 25:1-2), o mediante “un prodigio grande y espantoso” (Isa 29:14). La justicia de Dios revelada en tales juicios es algo extraordinario también (Sal 88:12 [13]).

“Todo eso” [kol ’eleh], referente a todo lo que ocurriría en el “tiempo del fin”, “se cumplirá” según escuchó Daniel, “cuando se acabe de quebrantar el poder del pueblo santo”, luego de “un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo” (Dan 12:7). En otras palabras, eso tendría lugar luego de la “gran tribulación”. Pero entonces Daniel intervino y preguntó: “Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas [’eleh]? (v. 8). Se le respondió que su comprensión estaba sellada para “el tiempo del fin”.

Nuevamente el ángel le refiere la gran tribulación que purificaría mediante el horno de la aflicción a los que pasasen por ella (v. 10; cf. 11:35; Apoc 6:9-11). 1290 días-años duraría la “abominación asoladora” y el quitamiento del “continuo” (v. 11), todo lo cual precedería al juicio final. “Feliz el que espere y llegue” al día en que en el cielo se iniciase el juicio investigador, al cabo de 1335 días-años, cuyo propósito sería vindicar a los santos y darles el reino (v. 12). También Daniel se levantaría entonces, luego de ese juicio, “para recibir” su “herencia” (v. 13; cf. 7:22).

Interpretaciones futuristas que tienden a confundir

En años recientes, algunos han querido vincular los 1290 días-años y los 1335 días-años de Daniel 12:11-12 con el fin del tiempo de gracia y la 2da. Venida de Cristo o algo relacionado con esos eventos finales. Para ello han interpretado los días en forma literal, sin relación con años. Pero esa interpretación carece de consistencia porque se contradice con el principio bíblico de “día por año” para las profecías apocalípticas, claramente confirmado por la exégesis bíblica así como por su cumplimiento histórico.

Por otro lado, las profecías fechadas no tienen doble cumplimiento, en relación con épocas distintas.Los 400 años de cautividad israelita en Egipto no volvieron a cumplirse. Los 70 años de cautividad en Babilonia tampoco volvieron a cumplirse. Las 70 semanas de Dan 9 no volverán a tener cumplimiento. Tampoco los 1260, 1290, 1335 y 2300 días-años que ya se cumplieron en la historia y no debe esperarse un doble cumplimiento para el futuro. Los que en nuestras filas han intentado poner para el futuro lo que ya se cumplió, se basan en una declaración del Espíritu de Profecía sin tener en cuenta las numerosas declaraciones que dió para negar que habría un espacio enmarcado en tiempo que se daría luego de 1844 (véase Apoc 10:7).

La cita del Espíritu de Profecía que ha sido utilizada se refiere a la tribulación final (la tercera si seguimos la relación con Roma, ahora en su fase papal y última).

“Así como el sitio de Jerusalén por los ejércitos romanos fue la señal para que huyesen los cristianos de Judea, así la asunción de poder por parte de esta nación [los EE.UU], con el decreto que imponga el día de descanso papal, será para nosotros una amonestación. Entonces será tiempo de abandonar las grandes ciudades, y prepararnos para abandonar las menores en busca de hogares retraídos en lugares apartados entre las montañas”, Maranata, 178.

Que tanto los estandartes romanos idólatras en tierra santa como la imposición de un falso día de reposo que no honra a Dios conforme a lo que él indicó en sus mandamientos sean una “abominación”, aunque ella no lo mencione aquí, no es algo que necesite discutirse. Pero, ¿hay algo que nos permita vincular esta declaración suya con el período de abominación mencionado en Dan 12:11? De ninguna manera. Para hacerlo, tendríamos que pasar por encima de muchas otras declaraciones suyas que fueron terminantes con respecto a algún tipo de fecha futura.

Nuestra interpretación de Apoc 10:7 sigue en pie. El pasaje no dice que el tiempo seria corto, según algunas versiones han tratado de traducirlo, sino que "el tiempo [profético] no será más".

"Este tiempo, que el Angel declara con un solemne juramento, no es el fin de la historia de este mundo, ni del tiempo de prueba, sino del tiempo profético que debía preceder a la venida del Señor. Esto es, la gente no tendrá otro mensaje sobre tiempo definido (Apoc 10:4-6). Después de este periodo de tiempo que llega de 1842 a 1844, no puede haber una delineación definida de tiempo profético. El recuento más largo llega al Otoño de 1844," Ms 59, 1900.

"Al Señor le había placido mostrarme que no habría tiempo definido en el mensaje dado por Dios desde 1844," 2MS: 83 (1885).

"Nuestra posición ha sido de esperar y velar, con ninguna proclamación de tiempo entre el cierre de los periodos proféticos en 1844 y el tiempo de la venida del Señor". 10MR:270 (1888).

Con este contexto tan claro, no se puede entender de otra manera una cita del Espíritu de Profecía que tiene que ver con la respuesta de ella a un hombre que la acusaba de varias cosas. Dijo que "le hablamos a él de algunos de sus errores en el pasado, que los 1335 días habían terminado y [le dijimos] muchos de sus errores," París, Maine, 27 de Noviembre de 1850.

"Algunos tomarán la verdad que se aplica a su tiempo y la colocarán en el futuro. Acontecimientos de la secuencia profética que se han cumplido en el pasado son colocados en el futuro, y así es como, a causa de esas teorías, se debilita la fe de algunas personas. Según las instrucciones que al Señor le ha complacido darme, Ud. esta en peligro de llevar a cabo la misma obra al presentar a otros verdades que ya tuvieron su lugar y realizaron su obra especifica para ese tiempo en la historia de la fe del pueblo de Dios. Ud. acepta como verdaderos estos hechos de la historia bíblica, pero los aplica al futuro. Todavía mantienen su fuerza en su lugar debido en la cadena de los acontecimientos que nos han convertido en el pueblo que hoy somos, y como tales deben presentarse a los que moran en las tinieblas del error," 2 MS: 117-118.

5. Las señales estelares de la cercanía del fin.
La tendencia al futurismo—que se manifiesta en procurar empujar hacia adelante lo que ya se cumplió—en relación con la “gran tribulación” medieval a la que se refirió Jesús, conduce a otro problema que algunos han querido también introducir en nuestra iglesia, ya tocando los bordes del tercer milenio. Si la tribulación a la que se refirió Jesús es la final que se da al concluir el juicio celestial (Dan 12:1), no la que debía preceder a su inicio, entonces el gran terremoto de Lisboa en 1755, el día oscuro en 1780, y la caída de las estrellas en 1833, todos precediendo al juicio que comienza en el cielo en 1844 (Dan 8:14), no tuvieron nada que ver con lo que anunció el Señor y lo confirmó en el sexto sello en el Apocalipsis (Apoc 6:12-13). ¿En qué quedaría la historia de nuestra Iglesia, bajo una interpretación tal? Cualquiera puede imaginárselo.

Es cierto que en el Antiguo Testamento Dios dio señales estelares en relación con los microcosmos del fin (Joel 2:30-31). La destrucción de Jerusalén en el año 70 fue precedida también por señales estelares macabras que presagiaban el fin.

“Aparecieron muchas señales y maravillas como síntomas precursores del desastre y de la condenación. A la medianoche una luz extraña brillaba sobre el templo y el altar. En las nubes, a la puesta del sol, se veían como carros y hombres de guerra que se reunían para la batalla... Temblaba la tierra...”, CS, 32-33.

El anuncio de Jesús, así como el que confirmó a Juan, debía darse luego de la “gran tribulación” del quinto sello (Mat 24:21,29; Apoc 6:9-10). Aunque el período de tribulación culminaba, según Daniel y Juan, en 1798 (1260 días-años), con el juicio al papado romano cuyo poder político recibió un golpe mortal (Apoc 13:3), la tribulación o persecución o angustia que había causado el papado romano durante tanto tiempo había sido acortada por misericordia divina. Inmediatamente después de esa persecución que fue acortada antes de recibir su golpe mortal, se darían las señales estelares.

“La persecución contra la iglesia no continuó durante todos los 1260 años. Dios, usando de misericordia con su pueblo, acortó el tiempo de tan horribles pruebas. Al predecir la ‘gran tribulación’ que había de venir sobre la iglesia, el Salvador había dicho: ‘Si aquellos días no fuesen acortados, ninguna carne sería salva; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados’ (Mat 24:22). Debido a la influencia de los acontecimientos relacionados con la Reforma, las persecuciones cesaron antes del año 1798”, CS, 309-310.

“Después de describir el largo período de prueba por el que debía pasar la iglesia, es decir, los 1260 años de la persecución papal, acerca de los cuales había prometido que la tribulación sería acortada, el Salvador mencionó en las siguientes palabras ciertos acontecimientos que debían preceder su venida y fijó además el tiempo en que se realizaría el primero de estos” (cita Mar 13:24). Los 1260 días, o años, terminaron en 1798. La persecución había concluído casi por completo desde hacía casi un cuarto de siglo. Después de esta persecución, según las palabras de Cristo, el sol debía obscurecerse”,CS, 351.

¿Debía el terremoto del sexto sello considerárselo como el más grande de la historia? En absoluto. Una de las señales de la cercanía del fin tendría que ver con un incremento de “terremotos en diversos lugares” (Mat 24:7). Pero uno de ellos, descripto como “un gran terremoto” (Apoc 6:12), daría inicio a las señales relativas al “tiempo del fin”. Ninguno de los terremotos que se dieron en China o en la India fueron seguidos por el oscurecimiento de un día y la lluvia de meteoros predicha. Las señales debían ser enviadas a los discípulos del Señor, es decir, a quienes iban a entenderlas, en el mundo cristiano.

Lo mismo puede decirse del oscurecimiento del sol, cuya causa no se conoce plenamente aún. No hay testimonios históricos de incendios de bosques que se hubiesen dado en el lugar del oscurecimiento, de tal magnitud como para abarcar tanto territorio como el que presenció ese evento. Tampoco debía esperarse que lalluvia de meteoros fuese causada por eventos sobrenaturales, ni tampoco debía esperarse que no volviesen a repetirse. Claro está, el orden de los eventos y el efecto causado no iban a ser igualados.

Según el Apocalipsis, habría un terremoto final que destruiría todas las obras de los hombres, en la última plaga, sepultaría islas y barrería con todas las montañas (Apoc 6:14; 16:18-20). Es el mismo terremoto final que cierra todas las series apocalípticas, no el que las inicia (Apoc 8:5; 11:19; 16:18-20). No se daría como señal precursora para que levantemos nuestras cabezas, sabiendo que nuestra “redención está cerca” (Luc 21:28). Tendría lugar en el mismo fin, luego que el cielo se enrollase (o corriese) “como un pergamino” para que desde la tierra pudiese verse venir al Señor en toda su gloria(Apoc 6:14), y los impíos clamasen a los montes y a las rocas que caigan sobre ellos, algo que el Señor cumplirá (v. 15-16).

En otras palabras, ninguna otra señal cósmica del Apocalipsis reservada para el fin mismo, puede relacionársela con las preliminares que aparecen al iniciarse el 5to. sello, luego de la gran tribulación medieval de la que advirtió Jesús en su sermón profético. Con respecto a la serie de eventos cataclísmicos que concluirían cada serie, el Espíritu de Profecía los ubicó en el fin también, no como señal precursora, sino como culminación de las séptuples series proféticas del Apocalipsis.

“Una crisis había llegado en el gobierno de Dios. La tierra estaba llena de transgresión. Las voces de los que habían sido sacrificados a la envidia y odio humanos estaban clamando bajo el altar por retribución [referencia al 5to. sello]. Todo el cielo estaba preparado para ir, a la voz de Dios, en socorro de sus elegidos. Una palabra de él, y los relámpagos del cielo habrían caído sobre la tierra, llenandola con fuego y llamas. Pero Dios tenía que hablar, y habrían habido truenos y relámpagos y terremotos y destrucción”, en RH, 5, 7-17-1900.

Contrastes entre la tribulación medieval y la final.

Llama la atención a la manera en que Jesús se refirió a la tribulación medieval. Por su extensión y crueldad, algo confirmado en la historia humana, según ya vimos, esa tribulación sería única, “como nunca hubo desde el principio del mundo, ni habrá después” (Mat 24:21). Daniel se refirió con términos equivalentes, sin embargo, a la tribulación final que será corta, y en donde los poderes de este mundo no podrán prevalecer como sucedió durante la gran tribulación medieval (Dan 7:25; Apoc 13:7). “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran Príncipe que se pone de pie por tu pueblo. Y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces. Pero en ese tiempo será librado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro” (Dan 12:1).

Es indudable que esa tribulación que sucede al juicio y a las señales del fin, es también única pero por motivos diferentes. Es la tribulación que se dará no sólo porque los redimidos de la última generación tendrán que permanecer en pie ante los poderes de este mundo que procurarán destruirlos a menos que una marca les sea impuesta (Apoc 13:4,15-17), sino también por tener que permanecer en pie ante la ira del Cordero, con el fallo de la corte celestial ya tomado y en espera a conocer su resultado(Apoc 6:17-18; 14:9-12).

Conclusión
¿Cuántas señales quedan por cumplirse para que venga el Señor? ¡Casi todas se han cumplido! Sin embargo, los vientos de las pasiones humanas, de la persecución o tribulación final, siguen contenidas (Apoc 7:1-2). La tormenta está lista para estallar. Pero por misericordia a quienes deben ser sellados, Dios sigue estirando el tiempo de oportunidad (v. 3). ¡Cuánta paciencia divina! ¡Cuánta misericordia!

La última señal que se dará antes que expire el tiempo de gracia será la imposición de la “marca de la bestia” (Apoc 13:15-18). La siguiente tendrá que ver con la primera plaga del Apocalipsis. Y la última señal que se dará del fin mismo será la nube que envuelve al Salvador.

“Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de obscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre”, Conflicto de los Siglos, 698.





Fuente: Mensajes Distintivos Adventistas
Autor: Dr. Alberto Treiyer. Teólogo e investigador sobre los mensajes bíblicos y proféticos distintivos que Dios nos dio para este tiempo.
B.A., Colegio Adventista del Plata, E. R., Argentina, M.Div. y D.Theol., Universidad de Estrasburgo, Francia.




Fuente: Ojo Adventista

lunes, 24 de noviembre de 2014

Mateo 23: Hollywood en la iglesia


En los tiempos de Jesús un hipócrita era alguien importante. Cuando a un niño le preguntaban qué le gustaría ser cuando sea grande, él respondía con una desbordante sonrisa: "Quiero ser un hipócrita...". Cuando un hipócrita pasaba por las calles de la ciudad muchos lo saludaban, le pedían recuerdos... En definitiva, un hipócrita era alguien admirado. Cuando niño era, yo también quería ser hipócrita.
Un día Jesús llamó hipócritas a los escribas y fariseos. El evangelista Mateo lo registra en el capítulo 23 de su libro. Pero por el contexto del mensaje podemos ver claramente que Jesús no está haciéndoles ningún halago al llamarles: hipócritas. Muy por el contrario es una reprensión sino un llamado de atención por su desagradable vida.
La palabra hipócrita viene del griego hipócrates que significa "actor". Cuando Jesús les llama hipócritas les está diciendo simplemente actores. Actores porque tienen caretas, máscaras. Una careta cuando estaban en las sinagogas, una cuando estaban en casa, una cuando estaban entre amigos, una para el trabajo, otra para el momento de jugar al futbol...
Hoy amaneció un nuevo día. Leí mi Biblia como todos los días. Estoy en la oficina y mientras escribo estas líneas reconozco con mucha pena que soy un actor más del hollywood  cristiano. Estoy seguro de que ganaría el Oscar a mejor actor sin mucho esfuerzo.
Qué fácil resulta actuar. Un actor que hoy puede ser el mejor esposo del mundo. Mañana el peor. Hoy puedo ser el mejor amigo y mañana simplemente el más desagradable enemigo. Un buen padre, un mal padre, un esposo amoroso y noble, un esposo déspota y tosco. Es más fácil hablar que hacer.
La teoría dista en forma abismal de la praxis. Sin embargo, lo peor de todo es que el mundo está cansado de meros actores hollywoodenses, la gente anhela conocer a cristianos a carta cabal.
Pero, así como  me siento un actor dolido por ganar el premio de la academia al mejor actor, veo muy cerca a mi a un Jesús que me abraza y me dice: "anímate. Estás vivo. Tengo planes para ti. Hay camino por recorrer y cada latido en tu corazón es sinónimo de que te doy una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad para hacer mejor las cosas. Para dejar de ser actor y ser sincero. Una carta abierta al mundo, una carta de amor a los tuyos, al mundo...".
Gracias Señor por tenerme aún en tus planes. Gracias por amarme...!!!

Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

jueves, 20 de noviembre de 2014

Mateo 19: UN JOVEN RICO QUE ERA POBRE

Los personajes de este pasaje son Jesús, un joven (quien era conocido más por su riqueza que por su nombre), y los discípulos como testigos de aquel encuentro.
De este hombre se dice que era: joven, importante y rico:
* Marcos dice que: tenía muchas posesiones.
* Mateo dice que era: joven,... y que tenía muchas posesiones.
* Lucas además no señala que era un: Principal,... y además, era muy rico.
Cualquiera podría pensar que era un hombre feliz. Qué otra cosa se puede anhelar en la vida. Sin embargo por su dialogo con Jesús, entendemos que a este hombre le faltaba algo. 
Marcos 10:21 "Entonces al mirarlo Jesús, le amó y le dijo: --Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven; sígueme".
Quizás lo más importante, lo que habría cambiado su vida de fría, rutinaria y sin sentido a una vida llena y plena, estaba justamente allí, conocer a Jesús, siguiéndole.
Ya desde aquí encontramos una enseñanza, la plenitud de la vida no está en al juventud, la fama o la riqueza, el verdadero sentido de la vida está en Jesús; por eso le dice "sigueme"
1) Un encuentro inesperado.
Tanto Mateo como Marcos nos presentan este pasaje como un encuentro inesperado; de salida de, camino; como un encuentro "fortuito", de este joven con Jesús.
Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo...
Entonces vino uno y le dijo:
Pero, pensándolo bien, así ha sido el encuentro de Jesús con muchos de nosotros, nos ha encontrado de camino, en los caminos; generalmente lejos de casa.
1.a) Un lenguaje apropiado, para una ocasión singular.
La manera de dirigirse, el joven rico a Jesús, por demás nos resulta halagadora; aquí los tres evangelistas coinciden, y lo hace otorgándole dos títulos importantes a Jesús.
Maestro bueno... didaskalos teacher , master, doctor agathos good excellent, distinguished honourable
1.b) Una pregunta decisiva envuelta en un hermoso paquete.
¿qué haré para heredar la vida eterna?
¿qué bien haré para tener la vida eterna?
La pregunta por demás es importante; Jesús lo sabe como también sabe que para alcanzar la salvación no se trata de hacer, sino de creer y de seguir.
Todo lo contrario a lo que este joven ha estado tratando de hacer con su vida, alcanzar la salvación, por merito propio.
¿Cuántas veces nos hemos acercado a Dios, preguntándole, Señor que debo hacer?, y responde, "sígueme"
2) Lo menos que esperamos al distinguir, es que se nos distinga.
¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
Al llamarle bueno, a Jesús, espera que a él se le reconozca, precisamente como un hombre bueno, uno que guarda la ley desde su juventud, uno que hace lo imposible por ser bueno y que, sin embargo, sigue sintiendo que
algo le falta.
Tenemos la necesidad de que se nos considere buenos y que por esto, la salvación nos sea otorgada, pero la respuesta no está allí, esta en el seguir a Jesús.
El joven no busca una respuesta, sino una aprobación. Llama a Jesús bueno, porque el mismo se siente bueno o, tiene la necesidad de sentirse bueno.
Jesús le muestra lo equivocado que está, al pensar que la bondad (en términos de perfección), es un atributo humano, una conquista humana que nos pueda dar como premio la salvación.
3) Guardar los mandamientos de Dios sin conocer a Dios.
Los mandamientos sabes:
Más, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Guardar los mandamientos de Dios, pero sin conocer a Dios, su carácter de bondad, su paternidad.
No hay nada más gravoso que esto, seguir los mandamientos de Dios sin conocer de Dios.
Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
4) Pero no se puede conocer a Dios si no se le sigue a Jesús.
Jesús nos revela al Padre
El nos da agua viva que llena, sacia nuestra sed y nos hace estar completos y cabales, que nada nos falte, y esa agua salta de nuestro interior y corre para vida.
Por eso le dice, en sus propias palabras (de alcanzar perfección):
Si quieres ser perfecto,
Aún te falta una cosa:
Sí, te falta algo, conocerme;
Pero, sólo puedes conocerme renunciado a aquello que te da seguridad, a aquello en lo que has estado trabajando todo este tiempo, en tu personalidad, en tus mascaras y tener un encuentro conmigo en la sencillez del caminar cristiano.
El único hacer valido en el reino de Dios es aquel que nos pone en seguimiento de Cristo. Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz
5) El costo de la renuncia vs. La gratificación del logro.
Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Siempre y en todas partes será más fácil para el hombre obrar su propia salvación, pues de esta manera cree tener el control de su vida de su salvación, el dice en qué dirección ir, cuando ir y hasta dónde llegar.
Lo otro, es abandonarse a Jesús, renunciar a la seguridad de mis caretas (riquezas), para entrar en la inseguridad del seguimiento, pero en la seguridad de que estoy en el camino correcto, aquel que me da testimonio una y otra vez de que soy hijo de Dios.
Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Mateo 18: ¿QUÉ NOS ENSEÑAN LOS NIÑOS?


Uno nunca sabe cuando y cómo aprender de un niño, es sorprendente. Jesús sabía que los niños no solo son hermosos, chistosos , bonitos, tiernos; sino que  además son importantes; pero su importancia no solo radica en el  aprecio que podamos tener por ellos; sino también en lo que ellos nos enseñan con sus pequeñas vidas. 
I. Nos enseñan a seguir aprendiendo (v. 2) "Y llamando Jesús a un niño,  lo puso en medio de ellos"
Tenemos a Jesús con sus discípulos en Galilea, específicamente en el poblado de Capernaum, cuando una discusión se desato entre los seguidores de Cristo; unos les decía al otros, que eran superiores y preferidos del Señor, otros argumentaban que eso no era cierto; así pues la discusión llego al punto en el que los discípulos deciden preguntar directamente a Jesús ¿Quién era el mejor de ellos? La discusión surgió porque tiempo atrás 3 de los seguidores de Jesús habían compartido un evento muy importante y el resto no había sido  invitado. La transfiguración en el monte había sido una bendición para  Pedro, Juan y Jacobo; pero estos mismos la habían convertido en una causa para pelear. Ya estando delante del Maestro, éste busca enseñarles algo a través de un ejemplo vivido; para eso nos dice Mateo en su evangelio que Jesús mando llamar a un niño que andaba por allí (v. 2) la respuesta de niño no fue de desconfianza; pues al parecer respondió inmediatamente a la orden de Jesús. ¿Qué quería enseñar Cristo con esto, al usar un niño?
En primer lugar que los niños siempre tienen la disposición a aprender; el niño va inmediatamente cuando el Señor lo llama; pues hemos de presuponer que el niño conocía y sabía quien era Jesús; pues de lo contrario hubiera huido; pero la actitud del niño fue la de ir, a ver que le enseñaba el Maestro Jesús. Así pues nosotros los que ya no somos niños debemos imitarlo; pues Dios siempre tiene algo que enseñarnos y nosotros no podemos, ni debemos negarnos a aprender. Hay un refrán que dice así: "Perro viejo, no aprende trucos nuevos" y así es como muchos viven su etapa de adulto, una completa cerrazón a aprender; pues consideramos que ya sabemos lo suficiente y que además ya hemos perdido la capacidad de aprender. Hay quienes olvidan que la vida cristiana es un constante aprendizaje, nadie puede jactarse de saber mucho. Recuerdo a una persona ya muy mayor que ya falleció, en una ocasión cuando presentaba un curso sobre como compartir la fe, esa persona llego al templo, al verla me acerque a ella y le invite a integrarse; su respuesta fue: "Ah, todo eso ya los sé, he tomado muchos cursos, he sido alumna de muchos pastores y he asistido a muchos talleres; no necesito aprender más" Olvidamos que Jesús siempre tiene "algo" que enseñarnos, olvidamos que Jesús siempre usara a alguien para enseñarnos.
Es triste andar por la vida con la actitud de "todo lo sé y a mi nadie me puede enseñar nada." Pero Jesús nos dice a través de esta historia que debemos ser como un niño que siempre esta dispuesto a aprender algo. Por otro lado hay quienes creen que ya es tarde para aprender, que el tiempo ya se les fue y por lo tanto no están dispuestos a aprender como niños. Sin embargo un especialista en construcción del entendimiento, Ángel Cintrón Opio afirma que "el cerebro humano tiene una capacidad increíble para aprender, sin importar la edad." En su artículo "Nunca es tarde" el Dr. Cintrón dice que a menos que su cerebro sufra una atrofia bioquímica o un trauma emocional, su cerebro con serva la capacidad para aprender lo que sea. Pero usted dirá "eso no es cierto, mi abuelita es muy aferrada a sus ideas  y no quiere aprender lo nuevo." Para muchos, si no es que para la mayoría de las personas la idea de "ya es tarde para aprender" es una gran limitante; pero según el Dr. Cintrón el "ya es tarde" es un mito social y que carece de base científica, ya que mayormente las personas adultas dejan de aprender por no enfrentar el juicio de la gente; expresiones como "ya viste al ruquito que viene a la escuela" o "ya esta grande para esas cosas" son armas poderosas que detienen el deseo de seguir aprendiendo.
Raros, pero inspiradores son los ejemplos de personas que deciden aprender sin importar la edad que tengan. Evelyn Figueroa aprendió a andar en bicicleta a la edad de 35 años, y todo porque de niñas, sus padres le cuidaban de los peligros que representaban los adoquines y las pendientes del lugar en donde vivía; Myriam Lugo aprendió a andar en patineta a los 60 años de edad; y ya no es raro ver a esta mujer mayor en su escooter por las calles de su colonia; pero si esto ejemplos le parecen lejanos, nuestra hermana Imelda Ferrer compartía que en la universidad en donde ella estudia su licenciatura su compañera más grande es una maestra de 72 años. Como pueden ver siempre podemos seguir aprendiendo; Jesús nos exhorta a nosotros a ser como los niños, estar dispuestos a su llamado a aprender, como lo hizo el pequeño que llamó para enseñarles a sus seguidores cosas importantes. Nunca pierda  la disposición de aprender; pues se puede estar perdiendo de grandes bendiciones de parte de Dios.
II. Nos enseñan a ser como ellos (v. 3) "...si no os volvéis y os hacéis como niños..."
Cierto día en una clase universitaria, un profesor interrumpió el largo  silencio de un examen para preguntar a sus alumnos lo siguiente: "¿Saben ustedes por qué sólo los niños son plenamente felices?, nadie respondió; pero el profesor dijo: "porque ellos viven el momento, viven despegados del pasado y despreocupados del futuro." ¿Qué debemos aprender de los niños? No solo a seguir aprendiendo; sino además ser como ellos, como los niños. Jesús ante la pregunta de sus discípulos, manda llamar a un niño; este responde y Jesús lo pone en medio de ellos (v. 2), y entonces les dice: "si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los Cielos" (v. 3 BLA).
Con el paso de los años las personas cambiamos, crecemos; pero al mismo tiempo experimentamos grandes perdidas, y dentro de estas grandes perdidas podemos contar aquellas que nos identificaba como niños. Nos convertimos en seres preocupones, soberbios, temerosos, incrédulos, aferrados a nuestras ideas y creencias; en una palabra nos convertimos en adultos. Fue Juan Jacobo Rousseau quien dijo: "El niño nace bueno, pero la sociedad lo corrompe." Todos nacemos siendo niños; pero no solo en el aspecto físico, sino también en lo emocional y en lo intelectual; pero el mismo proceso de la vida nos lleva a crecer; y por consecuencia a dejar a tras ciertas cosas que son de niño. Jesús nos dice que para poder entrar en la dimensión de su reino debemos ser como niños; pero Jesús no se esta refiriendo a ser infantiloides; es decir no nos pide que seamos niños emocionales o intelectuales, sino a que seamos niños en nuestra manera de ver la vida, justamente como ellos, los niños la ven y la viven. ¿Cómo son los niños? ¿Cómo es la actitud de un niño?
No se necesita ser un experto para conocer la actitud de un niño; pues  podemos decir que convivimos con niños prácticamente todos los días.  Jesús nos dice sean como niños; ¿pero como quiere el Señor que seamos? ¿Haciendo berrinches, juguetones, tierno,chistosos? ¡No! Se refiere más bien a las cualidades de estos niños. ¿Cómo es un niño? Un niño es un ser dependiente de sus padre, se dice que todos lo mamíferos el bebe humano es el más indefenso; además que su gestación requeriría de otros 9 meses para poder salir como lo hacen los animales (caminando, etc.); Dios quiere que usted dependa de Él como sus hijos pequeños dependen de usted, que viva en confianza en fe, como los niños confían y creen en los adultos que los aman y prometen cuidarlos. ¿Cómo es un niño? Un niño es explorador; un niño se aventura y experimenta cosas nuevas, no se queda con un solo estilo o forma, sino que se atreve a intentar siempre cosas nuevas; los expertos dicen que un niño nace sin el sentimiento de temor; un niño no teme a la oscuridad, a las alturas, a las texturas diferentes, a los sabores raros; somos los adultos quienes nos prejuiciados con nuestras malas experiencias y temores; pero Jesús  quiere que no atrevamos a ser nuevos cada día. ¿Cómo es un niño? Un niño vive el presente; pues los niños tienen una idea del tiempo muy diferente a la de los adultos; para los pequeños entender el mañana les resulta difícil; mientras que muchos de nosotros estamos preocupados por el futuro y mucho menos se la vive rumiando por el pasado. ¿Cómo es un niño?
Un niño es moldeable; hace un momento hacia referencia a un pensamiento del francés Juan Jacobo Rousseau quien nos dice que los niños nacen buenos; pero es la sociedad, el ambiente quien interviene a su favor o en su contra. Cuando el niño es pequeño tiene un enorme potencial de aprender y moldeo; pues citando nuevamente a los expertos; estos afirman que lo que suceda durante los primeros 4 años de vida; estos pueden determinar el futuro; pues sus mentes y corazones con como arcilla fresca en manos de los padres; así mismo el creyente debe ser barro en manos del Señor y estar dispuesto a dejarse moldear por su hacedor. ¿Cómo son los niños? Los niños son humildes; un pequeño no se avergüenza por no saber algo; esto podemos verlo en esta etapa cuando su pregunta más habitual es ¿Por qué? Y admiten su ignorancia, pero con la visión de saber la respuesta; sin embargo los adultos nos volvemos en soberbios creyendo saber todas las respuestas; más cuando se es padre; pues hay quienes consideran que llegar a ser padres los hace infalibles; pero tenemos que reconocer que si bien nadie nos enseña a ser padres, muy pocos, hacen algo al respecto. Prefieren esconder su ignorancia de la vida tras la mascara soberbia "de todo lo sé"; pero además nos ensordecemos cuando vivimos independientes de Dios, creyendo que somos nosotros quienes determinamos las cosas; un niño e s humilde pues se deja guiar, reconocer sus limitaciones y nunca busca avergonzar a nadie. Tiempo y espacio nos falta para seguir describiendo la actitud de un niño; pues lo niños además son espontáneos sinceros, divertidos, etc. Sin embargo lo que ya hemos descrito nos lleva a saber que es lo que Jesús decía a sus discípulos cuando les dice con un niño en el centro "si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los Cielos" (v. 3 BLA). Aprenda de un niño y cambie; porque solo así entrará en el reino de Jesús.
III. Nos enseñan la verdadera grandeza (v. 4) "...ése es el mayor en el reino de los cielos."
Un hombre llevó a su pequeña hija a un parque de diversiones y ella inmediatamente corrió a un quiosco y pidió un algodón de azúcar. Cuando  el dependiente le entregó una inmensa bola de algodón, el padre le preguntó: «Cariño ¿Estás segura que puedes comértelo todo?» «No te preocupes, papá» le respondió ella. «Soy mucho más grande por dentro que por fuera». Los discípulos de Jesús estaban convencidos de que eran grandes, por el simple hecho de haber presenciado la transfiguración; a sus ojos Pedro, Juan y Jacobo, se sentían con el derecho de decirles a los 9 apóstoles restantes que ellos eran inferiores. Pero Jesús les dio una sopa de su propio chocolate, al responder, tomando a un pequeño niño en su brazos y colocándolo en el centro de la discusión y afirmar que "cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos" (v. 4).  Jesús les esta diciendo a estos soberbios adultos, que tiene que ser como un niño, que deben que tener la grandeza de un niño. Tenemos que saber que aunque en la cultura hebrea, los niños eran considerados bendiciones, dones y herencia de Dios (Sal. 127) en la praxis de su vida, los niños como las mujeres eran estimados por muy poco; tan es así que cuando se pensaba en términos de contar, las mujeres y los niños no contaban en sus listas.
En nuestros días la voz de los niños todavía no es escuchada por muchos, algunos sueñan con el día que el niño diga sus primeras palabras, pero cuando ya habla queremos que se quede calladito. Si, Jesús les dice que los niños son más grandes que los adultos, su actitud y su posición delante de Dios es aún más grande que la de cualquier adulto. ¿Qué debemos aprender de los niños? Su grandeza; si porque como lo dice la niña de la historia, son más grandes por dentro que por fuera; esas personitas que a veces menospreciamos en sus comentarios, y opiniones, tienen más grandeza que muchos de nosotros. Los niños son grandes porque aman sin medida, los niños son grandes porque creen sin medida, los niños son grandes por que su corazón guarda grandes y preciosos recuerdos, los niños son grandes porque saben perdonar, son grandes porque saben vivir, son grandes por así los hizo Dios. Jesús les da una gran enseñanza a sus discípulos, quienes pensaban que la grandeza se lograba con experiencias y oportunidades; la grandeza se logra con una actitud de niño. Lo interesante es que los niños no alardean con esto, ellos son  grandes y nada más, fue pascal quien dijo: La grandeza de un hombre está en saber reconocer su propia pequeñez. ¿Que es lo que agrada a Dios? ¿Cómo podemos acceder a las ricas bendiciones del cielo? ¿Cómo vamos a recibir de Dios sus dones maravillosos? Cuando reconozcamos que ante Él y los demás somos pequeños. Khalil Gibran dijo: "Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños." ¿Quieres ser grande, como aquella vieja película de Tom Hanks?; empieza a ser como niño y conocerás la  verdadera grandeza.

martes, 18 de noviembre de 2014

Mateo 17: PESCANDO DINERO


"Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero;[a] tómalo, y dáselo por mí y por ti" (Mateo 17:27).

¿No tienes dinero? ¿Quisieras apoyar la causa de Jesús y no tienes los recursos suficientes para hacerlo? ¿Confías en Jesús? ¡Hágale caso!
En respuesta a la pregunta del Señor Pedro le contestó correctamente que los tributos e impuestos eran pagados por los extraños (extranjeros) en vez de los hijos (nativos). Jesús dijo: así es, Pedro, nosotros no somos extranjeros aquí. Nosotros somos nativos y no deberíamos pagar dinero en impuestos. Sin embargo, para que no se ofendan, les pagaremos el tributo. Ellos no tenían consigo ningún dinero, pero tenían un pez en el anzuelo. Normalmente, eso no sería suficiente, pero lo poco se hace mucho si Dios se encuentra envuelto.Cristo mandó a pescar a Pedro.

     Surge una pregunta pensando cómo puede aparecer el dinero en la boca de un pez. Algunos han tratado de explicarlo sosteniendo que Cristo envió a Pedro a capturar peces, y después a venderlos en el mercado, y así volvió con el dinero para hacer el pago al recolector de impuestos. La Biblia no dice nada de eso. Declara abiertamente que el dinero se encontraría en la boca del primer pez que apareciese. También escuché decir que Jesús había puesto la moneda en la boca del pez y que entonces después le dijo a Pedro que lo capturase. ¡Qué ridículo suena eso! Si Jesús hubiese tenido el dinero en su posesión, entonces seguramente que no se habría puesto a jugar a una especie de "gallinita ciega" con su amado Apóstol. Simplemente se lo hubiese dado a Pedro. Eso es solo el producto de la imaginación y carece de verdad.

     ¿Habéis oído hablar alguna vez de un pez que guarde dinero en su boca?  Yo pienso que no. Nunca encontrarás un pez así en el mundo Occidental. Pero existe uno en las aguas Orientales. Se llama Musht. Este pez mide unos treinta centímetros de largo. Tiene una cabeza ancha y una especie de bolsa debajo de su boca. El Musht recoge monedas de oro y de plata, joyas, diamantes, y rubís -cualquier cosa que brille en el agua- y las guarda en la bolsa.

     Este pez en particular es muy astuto y difícil de capturar. Un hombre puede estar pescando durante veinticinco años y nunca haber capturado ninguno, o puede pescar uno en su primer intento. Todo depende de la bendición de Dios. Algunas personas se han vuelto ricas pescando Musht. Otros pescadores en cambio nunca los han visto.

    Ahora estarás sin duda alguna preguntándote, ¿cómo es posible que las monedas, los diamantes, etc., hayan podido llegar al agua? Una vez más un entendimiento de la cultura religiosa de la gente en el Oriente resolverá el problema.

       Las personas Orientales oran según las horas, cinco veces al día. Y una parte del entrenamiento y de la práctica es que dar una ofrenda hace parte de la oración. El orar y las ofrendas van juntas. Además, ellos también fueron enseñados desde jóvenes a no permitirle a su mano izquierda, que sepa lo que hace la derecha. En otras palabras, que la ofrenda no es para que la alaben los hombres. Si los objetos valiosos le fuesen ofrecidos al sacerdote, o a cualquier otro oficial del Templo, lo más probable es que recibiesen gracias a cambio. Esto es lo que ellos no quieren que ocurra, porque también fueron enseñados que si tú recibes la alabanza de los hombres por lo que haces, entonces ya estás recibiendo la recompensa en este mundo, y no la tendrás en el cielo.

       Para guardar el secreto de la ofrenda en confianza, se lanza entonces, sin saberlo nadie, la ofrenda muy a menudo al agua. Cualquier agua vale, pero la mayor parte de las veces las ofrendas se lanzan a las Aguas Santas. Ha sido publicado que, probablemente,  en las aguas del Ganges haya más riqueza que en cualquier otro lugar del Oriente. Eso se debe a que es considerado un rio Santo y millones de personas han arrojado en él sus ofrendas mientras oraban. Así es cómo el Musht consigue obtener el dinero para su boca.

    Pedro obedeció al Señor. Él actuó exactamente como se le había instruido. Él no tuvo que maravillarse pensando si el pez estaría o no estaría allí, o si tendría o no suficiente dinero en su boca. Él confió en Cristo. Y el Señor sabía dónde estaba el pez y le ordenó que apareciese el primero. Confiado cuanto bastase, cuando Pedro le abrió su boca encontró el dinero para pagar el tributo por Cristo y por él mismo.

       Si Pedro le hubiese puesto peros al Señor, difícilmente podríamos no darle la razón. Después de todo, el era un pescador de profesión y nunca había anteriormente pescado un pez como ese. Si hubiese obedecido al impulso de sus sentidos, basado en su experiencia pasada, se hubiese muy probablemente negado a obedecer el mandamiento del Señor. Es de loar que no dudase, sino que creyese. Actuando en su fe en Cristo, encontró la suficiencia abundante que mitigó y sació sus necesidades.

     Nosotros, también, podemos tener nuestras necesidades suplidas si no tratamos de "razonar" todas las cosas. Dios está ardientemente procurando en nuestros días encontrar a alguien que se quede firme en las promesas, sin que dude nunca. Nosotros no queremos actuar en la Palabra de Dios debido a que nuestros sentidos nos dicen que eso no funcionará. Y preferimos creerlos a ellos antes que a Dios. Esto es por lo que no tenemos milagros.

      La mayor parte del tiempo me temo que simplemente no confiamos en Dios. Pero nunca vamos a tener la experiencia que activa la esperanza hasta que actuemos en la Palabra como lo hizo Pedro. Si somos incapaces de creer a Dios, corremos el peligro de que no conozcamos a Dios -- que conozcamos solo "acerca" de Él. Yo no conozco a un extranjero lo suficientemente bien como para fiarme de él. Pero Cristo no es un extraño para mí. Lo conozco muy bien. Ya he tenido la suficiente experiencia con él en el pasado como para estar convencido, por encima de todas las dudas, de su suficiencia para hoy y para mañana.

      Amigo mío, si Dios te dice que vayas a pescar dinero como el maestro le pidió a Pedro, ¡Ve!!! Aquello que Él ha prometido, Él es poderoso para cumplir. (Romanos 4:21).


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