viernes, 28 de enero de 2011

Aun en la risa...


“Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja.” Prov. 14:13

No es pesimismo. Es la realidad triste y dura. Nadie puede escapar de ella. Este mundo era perfecto cuando salió de las manos del Creador. No había muerte, ni dolor, ni lágrimas. Pero, a partir de la entrada del pecado, se volvió hostil y extraño. A veces, hasta cruel y despiadado. Hoy, hasta cuando tú ríes el dolor está presente. La alegría muchas veces termina en tristeza. El otro día hablé con una persona que durante 30 años ahorró dinero para realizar su sueño de conocer Europa. Finalmente, llegó el momento anhelado. El viaje fue maravilloso. Vio de cerca cosas que solo conocía a través de los libros; pensó que el dinero había sido gastado con sabiduría.

Cuando el viaje terminó, y llegó a casa, y abrió las maletas en el cuarto, sintió de repente ganas de llorar. No sabía explicar porqué, pero se sentía culpable. Descubrió que “aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja”. Otro de los pensamientos que aparecen en el texto de hoy es la fragilidad de los intentos humanos para resolver los problemas del alma. Tú asistes a un circo para reír y cuando el espectáculo termina y las luces se apagan, solo queda un vacío indefinible que duele. El joven se droga queriendo salir de sus angustias y cuando los efectos de la droga pasan, solo queda desesperación y ganas de morir. Inútilmente, la criatura trata de librarse de la culpa existencial. El corazón duele y tú no sabes definir porqué; luchas, trabajas y te esfuerzas, y todo continúa igual.

Solo Jesús es capaz de llenar el vacío del corazón. El es la única persona que pone el mundo interior en orden, perdona, transforma y satisface. Cura, limpia y purifica. Por eso, afirmó: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo'.* Al convivir con Jesús tú aprendes a administrar el dolor existencial. El dolor del ser sin ser. La sensación amarga de sentirse mal sin haber hecho mal. Ábrele tu corazón a Aquel que un día dijo: “La paz .os dejo, mi paz os doy.** Habla con él, como un hijo habla con su padre. Pregúntale las cosas que no comprendes, reclama, implora. El nunca dejó sin respuesta a quien con sinceridad lo busca, pero recuerda: “Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja”. * Juan 16:33. **Juan 14:27

Pr. Alejandro Bullón http://www.ministeriobullon.com

jueves, 20 de enero de 2011

Cuál es el significado espiritual del número 40?



Podríamos decir que el número 40 es un número utilizado para señalar un tiempo de prueba o examen para poner algo o alguien en ‘evidencia’ ya sea buena o mala. Si se pasa la prueba se muestra durante ese periodo tal evidencia positiva.

De igual manera, si no se pasa la prueba, se muestra durante ese periodo la evidencia negativa. Existen muchos casos donde el número 40 es utilizado en la Escritura. Los tiempos de prueba de Dios al hombre en la Biblia son normalmente de 40 años.

Por ejemplo, Es probable que Noé estuvo predicando 40 años, el diluvio fue 40 días y 40 noches, Israel pasó 400 (40 X10) años en Egipto y 40 años en el desierto por su desobediencia. Jonás predicó a Nínive por 40 días.

Cristo estuvo 40 días en el desierto siendo tentado por el Diablo. Después de resucitar estuvo 40 días entre los hombres predicando antes de su ascensión y el pueblo de Israel recibió la predicación del evangelio por 40 años antes que el juicio de Dios viniese sobre la nación y la ciudad de Jerusalén junto con su templo fuese destruida.

La siguiente respuesta fue tomada de un estudio por Tony Warren sobre el significado espiritual de los números en la Escritura:
El Número 40

El numero cuarenta en la Escritura a menudo ilustra un tiempo de prueba o un examen. Por ejemplo, el Señor probó al pueblo de Israel en el desierto.

Deuteronomio 8:2

Y acordarte has de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, por probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, si habías de guardar ó no sus mandamientos.

El Señor los probó por cuarenta años en el desierto. ¡La palabra probar significa examinar! Era el programa de examen de Dios para ver si ellos habían de guardar sus mandamientos y ser fieles. El numero cuarenta significa esto. Vemos lo mismo cuando Jesús fue tentado por Satanás en el desierto por cuarenta días.

Marcos 1:13

Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás;

La palabra traducida ‘tentado’ es la palabra para examen o prueba, no tentado en el sentido que lo utilizaríamos en nuestro día. Cristo nunca fue tentado a pecar, el fue tentado por el pecado. O en otras palabras, por el pecado fue probado o examinado.

De la misma manera, después de haber sido matado, El dio prueba de sí mismo por cuarenta días:

Hechos 1:3

A los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoles por cuarenta días, y hablándoles del reino de Dios.

También, Moisés estuvo en el monte por cuarenta días y los hijos de Israel fueron probados, ellos fallaron la prueba al hacerse para ellos un ídolo. Otra vez, muchas escrituras muestran este significado espiritual.

Por

Jorge L. Trujillo

viernes, 7 de enero de 2011

LA PRIMERA TRANSGRESIÓN NO SE JUSTIFICA


"Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé" (Isa. 45:12).

Adán y Eva recibieron conocimiento comunicándose directamente con Dios, y aprendieron de él por medio de sus obras. Todas las cosas creadas, en su perfección original, eran una expresión del pensamiento de Dios. Para Adán y Eva, la naturaleza rebosaba de sabiduría divina. Pero por la transgresión, la familia humana fue privada del conocimiento de Dios mediante una comunión directa, y en extenso grado, del que obtenía por medio de sus obras... En cada página del gran volumen de sus obras creadas se puede notar todavía la escritura de su mano. La naturaleza aún habla de su Creador. Sin embargo, estas revelaciones son parciales e imperfectas. Y en nuestro estado caído, con las facultades debilitadas y la visión limitada, somos incapaces de interpretarlas correctamente. Necesitamos la revelación más plena que Dios nos ha dado de sí en su Palabra escrita (La educación, págs. 14, 15).
Todo el cielo se interesó profunda y alegremente en la creación del mundo y de Adán y Eva. Los seres humanos constituían un orden distinto. Fueron creados a la "imagen de Dios" y fue la voluntad del Creador que poblaran la tierra. Debían vivir en estrecha comunión con el cielo, recibiendo y asimilando el poder de la gran Fuente de poder. Sostenidos por Dios, habrían de vivir libres de toda mancha de pecado.
Pero Satanás estaba decidido a echar por tierra el plan de Dios. Ni debiéramos intentar comprender los motivos por los que el ser más cercano a Cristo en los atrios celestiales introdujo la envidia y los celos en las huestes angelicales. Les comunicó a muchos su insatisfacción, y hubo una guerra en el cielo que culminó con la expulsión de Satanás y de sus simpatizantes. No necesitamos concentrar nuestra mente a fin de desentrañar la razón por la que Satanás actuó como lo hizo. Si hubiese una razón, habría una excusa para el pecado. Pero el pecado no tiene justificación alguna. No hay razón por la que los seres humanos transiten por el mismo terreno que anduvo Satanás...
Luego de ser expulsado del cielo Satanás decidió establecer su reino en este mundo. Por su medio el pecado entró en el mundo y con el pecado la muerte. Al escuchar su versión tergiversada de Dios, Adán cayó desde su elevada posición y un diluvio de aflicciones se derramó sobre nuestro mundo. La transgresión de Adán no tiene justificación. Dios había hecho provisión para satisfacer todas sus necesidades. No necesitaba nada más. Sólo se estableció una prohibición... Y Satanás usó esta limitación con el fin de diseminar sus sugerencias malévolas (Manuscrito 97, 1901).
Por
Elena G. de White
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