lunes, 18 de enero de 2010

A IMAGEN Y SEMEJANZA DE JESÚS...!


“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (…) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer lo creó” (Gn.1:26,27).


Los científicos y teólogos postmodernos, aseveran que el hombre es producto de la evolución. Una teoría iniciada desde la publicación del libro de Charles Darwin, Orígenes de las Especies (1844). Es sorprendente que personas inteligentes no se den cuenta de lo fantasioso que resulta esa teoría. Pero el mundo en que vivimos es así, prefiere creer en “cuentos de hadas” a creer en Dios. Le gusta creer que los muertos interceden por ellos al morir, en fin, tantas cosas.


Al creer que provienen de los primates, simplemente están diciendo: “No tenemos creador, somos el producto de una evolución, etc.” No obstante, esa idea se aleja en gran manera del concepto bíblico: “a imagen de Dios los creó”, ¡qué alegría es saber eso! Que a mí no me trajo la cigüeña, yo no soy producto de un mono, no soy producto de la evolución. Es bueno y grandioso saber que a mí me creó Dios, soy producto de sus manos.


Aquél que no entiende este asunto, será presa de la melancolía, de la ansiedad, del estrés de la vida. Un joven se acercó a mí después de una semana de oración en un colegio adventista, y me dijo: “todos mis amigos se burlan de mí, me avergüenza tener padres morenos, si tan solo hubiese nacido con otro color de piel… sería tan feliz.” El joven leía la Biblia, pero no entendía que era a imagen y semejanza de Jesús, de Dios mismo. La palabra imagen y semejanza no es lo mismo que igual. No somos igual a Dios pero tenemos rasgos que Dios en su amor nos concedió, somos su máxima y amada creación.


Hay tanta gente que vive lamentándose a causa de su estatura, peso, color de piel, condición social, nacionalidad. Soy de Perú, no es un país al cual la gente le gustaría vivir. Hay muchos peruanos que desearía vivir en otro país. Yo no, soy feliz porque entiendo que como Dios es mi creador, Él sabe porqué permitió que nazca en Perú. Quiere que haga una obra desde aquí. Recuerda eres de Dios. Él es tu creador, no eres producto de la evolución, eres obra de las manos de Dios.


Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

miércoles, 13 de enero de 2010

LA MÁXIMA CREACIÓN DE DIOS


““y que domine los peces del mar, las aves del cielo, el ganado y todo animal que anda sobre la tierra” ” (Gn.1:26).

Una de las preguntas más curiosas que laguna vez me hayan hecho, fue la de Luis, un niño de siete años de edad. Había enseñado acerca de la profecía de Daniel 7 y comencé con la primera bestia, el León, y dije: “¿Conocen el León?”, y todos en coro dijeron que sí. Y les dije que el León era el rey de la selva, y otras características de la bestia. Después del tema, Sandrito me esperó a la salida y con una mirada inconforme me dijo: “Pastor, creo que no ha enseñado conforme a la Biblia”, lo hubiera esperado de un adulto, pero, ¿de un niño? Le pregunté porqué, y él con voz suave me hizo agachar para que al oído me dijera: “en Génesis 1:26, dice que Dios le dijo a Adán que hombre es el rey de todos los animales, aves y peces…”.
La humanidad constituye la máxima creación de Dios. Que sea el que domine, pero no un dominar autoritario ni por la fuerza. La palabra hebrea para dominar es radah y significa: gobernar, mandar, señorear, etc. Ese era el plan de Dios, su plan original. El hombre debía ser el rey de la creación. Una generación real por la eternidad.
Moisés escribió “seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis reino de sacerdotes y gente santa” (Ex. 19:5,6). Pedro al llamar al pueblo “real sacerdocio” (1 Pe. 2:9), y Juan dice que Cristo “nos constituyó en un reino de sacerdotes para servir a Dios” (Ap. 1:6).
Ayer vimos que tú y yo somos creación de Dios, que no somos producto de la evolución, ni de un cuento de hadas, sino que somos producto del amor de Dios. La palabra de Dios desea que entiendas que no eres cualquier creación de Dios. Si hablaran los animales, también podrían decir que son creación de Dios, y es cierto. Pero tú y yo somos la máxima y especial creación de Dios. Sal a trabajar, a estudiar o a donde vayas recordando eso muy bien. Eres la máxima creación de a Dios, eres especial. Vales mucho. Cuando el gran conflicto termine tú y yo volveremos a nuestros orígenes, seremos reino de Dios por la eternidad. No te desanimes, hijo de Dios. Ve a Él.
Pr. Heyssen J. Cordero M.

miércoles, 6 de enero de 2010

LA FIRMA DE DIOS

“Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de cuanto había hecho en la creación” (Gn.2:3).
Después de seis días de haber creado un mundo bueno en gran manera, cuando el sol hacía su tercera despedida portentosa, indicado así la culminación del día sexto, Dios reposó. Es decir cesó la obra maestra de su creación cual pintor sobre su fino lienzo. Si habláramos en lenguaje del reloj, el horario marcaría las 6 y el minutero las 12 aproximadamente. Minutos más, minutos menos, Dios bendijo ese nuevo día y los santificó, es decir lo separó, de los otros seis días. La pregunta que resulta es, ¿Porqué lo separó de los otros seis días? Simple como parezca, por una sencilla razón, porque ese sería el recordatorio de su gran obra maestra.
Cuando un pintor culmina cuidadosamente su obra, ¿qué es el que debe hacer para que la gente sepa que él es el autor? Estampar su firma. Así, la gente que vea aquella pintura verá quién es su autor o responsable. Dios no necesitaba descansar de la obra que hizo, Él es Dios, es un absurdo que se canse, por ello la palabra hebrea para reposar no significa “dormir” sino “parar, cesar, poner un alto”, es decir Dios dejó de crear al culminar el día sexto. Entonces Dios bendijo ese día, es el único día bendecido por Dios, no hay otro día, alguno podría decir: “¿quiere decir que los seis días restantes son malditos?” ¡No! Pero es el único día al cual verbalmente Dios pronuncia bendición.
El día séptimo o sábado, es el día que conmemora la majestuosa creación de Dios. Desde la más minúscula célula, hasta la perfecta creación de Dios, el hombre, son creación de Dios. Así, el sábado es la firma de Dios sobre la creación del universo.
Al ver su grandiosa obra, Dios diseñó un día en el cual todo el universo reconozca que lo que existe no fue producto del azar sino que Él es su creador. Que el día sábado sea un día en el cual tú puedas alabar el nombre de Dios, porque es el creador de todo cuanto existe.
Alabemos el Nombre de Dios, pues maravillosas son sus obras, mírate, tú eres parte de esa majestuosa creación, ¿por qué no vas hoy mismo a Dios y le das gracias porque es poderoso y amoroso a la vez?
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví

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